El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial se reunirán el 14 al 17 de abril para analizar la problemática mundial generada por COVID19 y la crisis económica global.
Las organizaciones, movimientos y redes abajo firmantes trabajamos y enfrentamos los impactos de las políticas neoliberales en los territorios y las comunidades rurales y urbanas de América latina y el Caribe; venimos desarrollando acciones de resistencia, incidencia, investigación, así como la construcción de alternativas ante el actual modelo que privilegia el capital por encima de la vida. En estas reuniones, el FMI y BM están buscando más recursos para prestar a nuestros países, con las mismas condiciones de siempre, y un mandato para ofrecer respuestas de moratorias parciales para algunos pocos países más empobrecidos. En verdad lo que buscan es salvaguardar su rol de promotores del sistema que nos ha impulsado a esta situación de grave emergencia, y de reguladores del mercado de deuda, previniendo defaults y gestionando la sostenibilidad de los pagos a futuro.
¡Basta! Nuestros países no deben seguir aceptando las recetas de siempre de estas instituciones financieras internacionales que, más que ayudar, son parte del problema. Reclamamos a los gobiernos de América latina que adopten nuevas posturas frente a esta grave crisis que coloca al mundo en otro escenario de retos. Una pequeña molécula de proteína, un virus, nos ha enseñado que es inútil recurrir a las viejas formas de enfrentar una enfermedad aplicando las mismas condiciones que generan la enfermedad al paciente.
El capitalismo global con sus estrategias mórbidas de extracción, producción, consumo y circulación puso a la humanidad en jaque. La guerra no es contra el virus y sí contra todo lo que amenace la arquitectura financiera y corporativa que sostiene la máxima extracción de riquezas de las y los trabajadores, las mujeres, los territorios y la naturaleza. La pandemia del COVID-19 es mucho más letal para aquellos que no tienen condiciones de acatar el distanciamiento físico, sin acceso a vivienda digna, agua limpia potable y alcantarillado, sin acceso a asistencia médica especializada, humanitaria o de emergencia, a alimentos sanos y nutritivos, en particular para las mujeres, poblaciones campesinas, negras e indígenas.
Necesitamos unirnos desde los pueblos para lograr respuestas locales y globales frente a los retos en los territorios afectados por las crisis sanitaria, alimentaria, económica y ambiental.
Decimos ¡la Vida antes que la Deuda!, y proponemos:
1. Suspensión y No pago de la deuda externa, investigación exhaustiva y anulación de la misma. Es criminal que se escatimen fondos a la salud y los derechos de los pueblos y la naturaleza, por pagar las pretendidas obligaciones con el FMI, el BM y otros prestadores. Los gobiernos de nuestros países deben avanzar con acciones soberanas para detener la sangría de recursos; los sistemas de salud, de protección social para enfrentar la pandemia deben ser prioritarios, junto con asegurar la disponibilidad de recursos y respaldo a las estrategias de soberanía alimentaria. Es inaceptable que parte de estos recursos se destinen para el equipamiento de unidades de control como unidades policiales y ejércitos de nuestros países. El FMI y el BM, los países y demás prestadores deben reconocer su responsabilidad en la emergencia que atraviesan nuestros pueblos y anular sus reclamos de deuda. Exigimos reparaciones, no más deudas.
2. No al cobro de los derechos humanos básicos, como son el agua, la luz, la salud y la educación. Las deudas de las personas y familias que vienen aumentando más rápido que el coronavirus, por causa de la privatización de estos servicios públicos, el retiro de muchos Estados de sus obligaciones prioritarias y el empobrecimiento planificado de la población, deben ser canceladas sin más demora.
3. Sí al fortalecimiento de la unidad y la integración regional. No hay mejor momento que este, para retomar los caminos de acción compartida a niveles populares y oficiales, sabiendo que el futuro está en nuestras manos y que juntes, podemos construir el mundo que queremos y que necesitamos, con mayor urgencia que nunca. Este camino de una nueva integración debe partir del principio que los bienes comunes de América Latina y el Caribe sean tratados como patrimonio de los pueblos y ya no más como mercancía y como instrumento de saqueo histórico para la reproducción del capital global y el mantenimiento de la sumisión de nuestros países y la naturaleza.
4. FMI, Banco Mundial, BID ¡Fuera de aquí! No necesitamos sus recetas, ni tampoco los recursos saqueados y condicionados de nuestros pueblos que, desde hace demasiados años, nos devuelven en forma de préstamos – ahora préstamos de emergencia – para seguir expoliando a nuestros países, la naturaleza, las identidades y culturas milenarias que han sobrevivido por su fortaleza, para mostrarnos a todes que otros caminos son posibles y que como pueblos aprendemos y caminamos para seguir contrayendo mejores porvenires.