Carta a los pueblos por la integración de América Latina y el Caribe

Foz de Iguazú, 23 de febrero 2024

Los pueblos del mundo estamos transitando a nivel global una crisis estructural del sistema capitalista, cuyos resultados son impredecibles. Esto es producto del propio despliegue del capitalismo en su fase neoliberal que pone en jaque los diferentes aspectos de la sostenibilidad de la vida. Como pueblos sufrimos una crisis sistémica manifiesta en las crisis alimentaria, ambiental social y económica sin precedentes en la historia de la humanidad.

La precarización de nuestros trabajos y la falta de acceso a derechos básicos para una vida digna han puesto a cientos de millones de personas en una situación de “sobrevivencia” cotidiana donde la migración se vuelve una necesidad angustiante de millones. En nuestros territorios, sufrimos las consecuencias de los crímenes ambientales que producen las empresas transnacionales en un marco de crisis de los Estados Nación, donde el capital financiero internacional se impone. Atravesamos una profunda crisis de valores en donde nuestras sociedades y pueblos son guiados cada vez más por aspiraciones individualistas y consumistas.

La creciente disputa geopolítica ha reforzado la cara más guerrerista del imperialismo de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN colocándonos cada vez más frente al peligro de un conflicto armado sin precedentes. La guerra en Ucrania es consecuencia de esto como así también el genocidio que está cometiendo el Estado de Israel contra
el pueblo palestino.

Desde la Jornada Latinoamericana y Caribeña de Integración de los Pueblos reafirmamos nuestra solidaridad internacionalista y defensa de la causa Palestina. La comunidad internacional debe atender contundentemente el llamado de los pueblos para el cese al fuego inmediato y la creación de un Estado soberano y libre palestino. Expresamos nuestro total apoyo y solidaridad al presidente Lula al denunciar el genocidio en Palestina. Si Lula es persona no grata, los pueblos
latinoamericanos somos personas no gratas para Israel.

¡Viva el pueblo palestino! ¡Viva el presidente Lula!

Los pueblos de “Nuestra América” hemos tenido que vivir en la resistencia permanente frente a estrategias de dominación imperialistas reorganizadas por el gran capital. En este camino de resistencia nuestros pueblos y sus organizaciones hemos sabido dar pasos fundamentales para hacer avanzar nuestro proyecto histórico de integración de nuestros pueblos. Somos hijos e hijas de las resistencias al colonialismo racista, a los procesos de dictaduras militares en nuestra región, hijos e hijas de las resistencias y rebeliones populares a la oleada neoliberal de fines del siglo pasado. Hijos e hijas de la construcción del “No al ALCA”. Crecimos bajo el faro y resistencia heroica de la revolución Cubana y estuvimos en Mar del Plata gritando “ALCA, ALCA carajo!”, junto al comandante Chávez.

Hoy nos volvemos a reunir porque el desafío de la unidad de nuestros pueblos y sus organizaciones es fundamental para frenar a una extrema derecha que quiere destruir nuestras soberanías nacionales y populares para poner a nuestros países al servicio del capital financiero internacional y sus empresas transnacionales. También nos unimos para construir NUESTRO proyecto de integración soberano anclado en la solidaridad y la complementariedad entre nuestros pueblos. La solidaridad es un pilar fundamental de nuestra integración por eso debemos reafirmar nuestra solidaridad con Cuba, Venezuela y sus revoluciones como banderas fundamentales de nuestro proceso. Reafirmamos nuestro compromiso de seguir trabajando la campaña internacional “Cuba Vive y Resiste” para eliminar a la Isla de la lista de países que patrocinan el terrorismo, también seguiremos denunciando el bloqueo genocida que por más de 60 años se impone al pueblo Cubano. Denunciamos que se está reorganizando desde el imperialismo una campaña para deslegitimar el proceso democrático que está construyendo el pueblo Venezolano y su revolución Bolivariana y nos comprometemos a fortalecer nuestra solidaridad denunciando las medidas coercitivas unilaterales que Estados Unidos impone sobre ese país.

¡Viva la revolución cubana y viva la revolución bolivariana!

Fortalecer la solidaridad con Haití es una tarea permanente. Condenamos la perversa y criminal dominación neocolonial en Haití, y nos comprometemos a desarrollar una solidaridad plena y activa con el pueblo y los movimientos populares hatianos. Hacemos nuestra su oposición a una intervención militar controlada por Estados Unidos e insertada en la agenda de dominación imperial de la región caribeña. Reclamamos reparación por los crímenes cometidos contra el pueblo haitiano por las sucesivas fuerzas de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas como la MINUSTAH, que agravaron la crisis estructural de esa sociedad y se aliaron de manera vergonzosa con las fuerzas de extrema derecha totalmente sometidas a la voluntad de Estados Unidos. Hasta el día de hoy el pueblo haitiano sigue resistiendo heroicamente a los embates del imperialismo por haber hecho la primera revolución en nuestra región abriendo las sendas revolucionarias en nuestro continente.

¡Viva el pueblo haitiano!

Apoyamos y defendemos la autonomía de los pueblos indígenas de las Américas, sus culturas y sus formas de vida. Instamos a los gobiernos a devolver los territorios de ocupación tradicional del pueblo, así como a la binacional Itaipú a ejecutar un programa de reparación a los Avá Guaraní de ambas orillas de la represa (Brasil y Paraguay), por las violaciones de derechos comprometidos desde su construcción en los años 1970. Llamamos y convocamos a retomar el proceso de encuentro y unidad para construir una agenda común para la integración de los pueblos como ámbito posible de confluencias, convivencia y construcción de iniciativas que den respuestas reales a los problemas de nuestros pueblos.

Necesitamos un modelo de integración que interpele esta ofensiva en un contexto de transiciones claves. Un modelo de integración capaz de enfrentar las élites conservadoras y reaccionarios que estimulan el caos, el odio, el negacionismo para destruir el sentido de la política como camino posible para la democracia, la solidaridad y la construcción de proyectos de transformación social. Nuestra integración regional debe asumir la descolonización del poder y la cultura y construir un contrapoder desde abajo para arriba, desde los pueblos y los territorios, enraizado en el respeto de los procesos históricos, la memoria, la ancestralidad, los cuerpos diversos y rebeldes. Debemos construir y posicionar una narrativa contrahegemónica fundamentada en la reciprocidad, la complementariedad, lo colectivo y la conciencia de ser naturaleza.

Los movimientos populares y organizaciones sindicales hemos venido trabajando y reclamando que la integración regional debe responder a las necesidades concretas de la población y atender también a la idea de que no será posible superar las limitaciones económicas y sociales de los países de manera aislada. Estas premisas están asociadas a generar condiciones de vida y trabajo para la totalidad de la población y que esto sea una condición estructural del modelo de desarrollo sustentable. Una integración que recupere el trabajo y el empleo como hechos económicos que están en la base de la producción y reproducción de la vida, de la creación de riqueza y del bienestar, donde el “qué” y “cómo” producir estén en el centro, donde las mujeres sean respetadas como protagonistas de la economía y portadoras de derechos.

Nuestra integración regional debe asumir el derecho de los pueblos a definir sus propias estrategias políticas y sistemas agroecológicos y justos de producción, distribución y consumo de alimentos, en base a la producción campesina y de pequeña escala, reconociendo el papel central de las mujeres. Esto es un pilar fundamental en la lucha contra la crisis climática, de la biodiversidad, del agua y alimentaria. La integración regional también debe responder a la construcción colectiva de la transición justa, popular y feminista. Se trata de una apuesta esencial en la disputa de las transiciones urgentes y necesarias para el proceso de transformación de las sociedades y la construcción de un proyecto político popular emancipatorio. Una característica estructural de nuestro proyecto es la integración de la perspectiva feminista y diversa donde se reconoce y reafirma el papel central de las mujeres como sujetos políticos. Asimismo, exige la realización del derecho de las mujeres al territorio, a la tierra y a los medios de producción para asegurar su autonomía económica, de sus cuerpos y sus vidas. Otro elemento clave es la retribución justa por su trabajo y en el desarrollo de sistemas diversificados y justos de producción, distribución y consumo de bienes.

Un proyecto de integración debe defender que todas las personas tienen derecho a migrar o no migrar y a retornar a sus países de origen. La migración es un fenómeno económico, social, cultural y político que hace parte de los procesos de conformación de las sociedades y las naciones. Hay que erradicar la criminalización de las migraciones y favorecer que las personas que migran puedan insertarse económica, social, cultural y políticamente en los países de acogida. Rechazamos la xenofobia y los discursos de odio contra las personas migrantes, refugiadas y asiladas.

Estamos viviendo tiempos históricos en nuestro continente y el mundo. Hoy, reunidos aquí miles de compañeros y compañeras de movimientos populares y organizaciones sindicales de la región, reafirmamos:

1. Nuestro compromiso de trabajo y de lucha para hacer avanzar nuestros sueños y esperanzas de un continente unido, defendiendo y construyendo territorios soberanos y libres donde los trabajadores y trabajadoras podamos vivir felices y dignamente.

2. Continuar movilizándonos a lo largo y ancho del continente en defensa de nuestros derechos y por la justicia ambiental, social, económica y de género durante todo el año: 2 y 8 de marzo, 17 de abril, 1 de mayo, 5 de junio y 16 de octubre son algunas de las fechas en las que salimos a las calles en unidad.

3. Convocarnos y volvernos a encontrar todas nuestras organizaciones y pueblos para realizar una gran Cumbre de los Pueblos en el marco de la COP 30 el próximo año en Belém do Pará, Brasil.

Compañeros y compañeras, hoy salimos de estas jornadas fortalecidos, nuestras esperanzas se levantan porque si nuestro camino es de lucha y unidad, nuestro horizonte es de victoria. Es de un continente libre, justo y soberano.

¡Viva la integración de nuestros pueblos!
¡Viva América Latina y el Caribe Unidos!
¡Viviremos y Venceremos!