Alto al genocidio en Palestina

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Desde el pasado 7 de octubre, el mundo está siendo testigo de acciones atroces por parte del gobierno y el ejército de Israel que han expuesto, de la manera más cruda imaginable, lo que siempre fue la intención del movimiento sionista: el exterminio del pueblo palestino. En ocho meses de operativos militares las llamadas Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han asesinado a 36.284 palestinos y herido a por lo menos a 82.057 tan sólo en la Franja de Gaza, con el pretexto, que ya nadie cree, de eliminar a la milicia Hamas. La mayoría de las víctimas son niños, niñas, adolescentes y mujeres. En Cisjordania, donde Hamas no tiene una presencia significativa, el número de muertos asciende a por lo menos 550. En Gaza más del 70 por ciento de los edificios públicos y la infraestructura hospitalaria, educativa, de comunicaciones y servicios (agua, electricidad) ha sido destruido, así como los medios de subsistencia de la población. Cientos de miles de viviendas, mezquitas, iglesias, monumentos históricos ya no existen. En Cisjordania, las FDI han devastado caminos, quemado viviendas, cosechas y vehículos, alentando al mismo tiempo la furia demencial de los colonos sionistas que, armas en mano, expulsan a los palestinos de sus tierras y bloquean el acceso a los camiones con ayuda humanitaria, ellos sí usando a sus hijos como escudos humanos. Asimismo, el gobierno sionista ha destinado cuantiosos recursos financieros, militares y propagandísticos para entorpecer o de plano impedir el trabajo de las organizaciones humanitarias que operan en Gaza, principalmente la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés).

El argumento del derecho a la defensa repetido hasta la náusea por el gobierno sionista encabezado por Benjamín Netanyahu y su gabinete de zelotes, como Yoam Gallant, Itamar ben Gvir o Bezalel Smotrich, sólo ha servido para develar los crímenes atroces, las mentiras, manipulaciones, amenazas y trampas de Israel, su flagrante violación a las leyes internacionales y a los derechos humanos. Por décadas, en la más absoluta impunidad. No sólo en los territorios ocupados. En muchas otras partes del mundo. Israel es, hoy por hoy, a todas luces, un Estado paria.

Nada de esto habría sido posible sin la complicidad del gobierno de los Estados Unidos, principal proveedor de armas y ayuda militar a Israel, y de otras potencias occidentales como Alemania, Italia, Gran Bretaña, Francia, Países Bajos, Canadá y Australia, corresponsables de la tragedia que desde hace décadas sufre el pueblo palestino en manos de sus verdugos. A ello han contribuido también todos aquellos gobiernos que, haciendo caso omiso de los crímenes de lesa humanidad que Israel ha cometido a lo largo de su historia, continúan haciendo negocios con la entidad sionista, la número 17 en poder militar en el mundo. Cisjordania pero sobre todo Gaza continúan siendo los laboratorios experimentales de la industria armamentista mundial, no sólo israelí. Cualquiera que denuncie, proteste o exponga estas atrocidades, en el mejor de los casos es tachado de antisemita, un término tan desafortunado como pervertido, si consideramos que los fundadores de Israel no eran de origen semita, como no lo han sido la mayoría de sus gobernantes. Los palestinos, por cierto, sí lo son.

En contraste, han sido los países del sur global los que están haciendo algo para poner un alto a la barbarie sionista. El pasado 29 de diciembre, Sudáfrica presentó una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en contra de Israel por el delito de genocidio. A lo largo de los meses subsiguientes otras naciones se han unido al país africano en el proceso: Egipto, Turquía, Nicaragua, Colombia y desde el 28 de mayo, México.

Ante lo anteriormente expuesto, en AMIGOS DE LA TIERRA AMÉRICA LATINA (ATALC):

• Expresamos nuestro más absoluto repudio a las políticas genocidas y de limpieza étnica implementadas por el gobierno sionista y solapadas por sus cómplices.
• Reconocemos el derecho inalienable del pueblo palestino a tener un Estado en su territorio histórico y decidir su propio destino.
• Nos unimos a las voces de la sociedad civil, intelectuales, artistas, líderes sociales y de opinión, estudiantes, periodistas y analistas, organizaciones y movimientos sociales que han convertido a la kufiya en la prenda de la resistencia universal, pintando de rojo, verde, negro y blanco las plazas de todo el mundo al grito de “¡Palestina Libre!”.
• Rechazamos de manera contundente las brutales medidas represivas que los aliados de Israel han tomado en contra de estas protestas, sobre todo las protagonizadas por las y los jóvenes universitarios.
• Apoyamos decididamente el trabajo de la UNRWA y otros organismos de ayuda humanitaria y exigimos al gobierno sionista el cese inmediato de las agresiones en su contra.
• Denunciamos el asesinato de los más de 140 periodistas en manos del ejército sionista, así como la tortura y asesinato de cientos de prisioneros palestinos, incluidos niños y mujeres, en las cárceles de Israel.
• Exigimos garantías a la integridad física del personal médico, periodistas, defensores de derechos humanos y personal de organismos internacionales que aún se encuentran en Gaza y Cisjordania.
• Demandamos el cese de las hostilidades y persecusión, tanto en Israel como en las potencias aliadas a la entidad sionista, de analistas, historiadores y todas aquellas voces críticas que buscan la verdad y la justicia.
• Respaldamos la demanda de Sudáfrica, Egipto, Turquía, Nicaragua, Colombia y México ante la CIJ, así como las posturas de Bolivia, Venezuela, Brasil, Irlanda y otras naciones que han demandado con contundencia el fin del genocidio.
• Saludamos la decisión de los gobiernos de Irlanda, España y Noruega, y de todos los países que lo han hecho previamente, de reconocer al Estado palestino. Sin restarle valor, esto resulta, empero, a todas luces insuficiente. Para que dicho reconocimiento tenga un impacto real y no sólo simbólico para el pueblo palestino, es indispensable que los gobiernos tomen otro tipo de acciones, tales como:

1. Frentar de manera inmediata el comercio de todo tipo, sobre todo el de armas, con Israel.
2. Romper relaciones con la entidad sionista, como medida de presión justificada y legal, para obligarla a cumplir incondicionalmente con el marco internacional.
3. Presionar al gobierno de los Estados Unidos y los demás aliados de Israel para que detengan la complicidad criminal que ha permitido e incluso fomentado las acciones genocidas de Israel.
4. Unirse a la demanda de Sudáfrica Egipto, Turquía, Nicaragua, Colombia y México ante la CIJ.
5. Obligar la salida inmediata de las FDI de Gaza y Cisjordania así como el desmantelamiento de los asentamientos sionistas en estos territorios.
6. Contribuir a la reconstrucción inmediata de Gaza y Cisjordania.

Con las toneladas de bombas arrojadas contra la población gazetí inerme han caído también el discurso victimizador de los sionistas y la hipocresía de sus aliados, para dejar al descubierto la historia de horror que hay detrás de la creación de Israel. La brutalidad y la barbarie de las que estamos siendo testigos no dejan espacio para la neutralidad o la indiferencia. Tampoco argumentos que lo justifiquen.

POR ESO DESDE ATALC NO DEJAREMOS DE HABLAR, NO DEJAREMOS DE DENUNCIAR, DE EXIGIR, DE PRESIONAR. NI DEJAREMOS DE GRITAR DEL RÍO HASTA EL MAR… ¡¡¡VIVA PALESTINA LIBRE!!!

Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe 

@atalc