Día a día se torna cada vez más evidente que las profundas crisis socio ambientales que enfrentamos -climática, de la biodiversidad, del agua, alimentaria, de los cuidados, de la desigualdad, y ahora la crisis sanitaria- son de carácter sistémico y consecuencia de un sistema que privilegia la acumulación de capital en detrimento de los sistemas ecológicos que hacen posible la vida en el planeta y los derechos de los pueblos.
El sistema capitalista, patriarcal, racista que se sustenta en la opresión y explotación de los Pueblos Indígenas, de las comunidades afrodescendientes, de la clase trabajadora, y del cuerpo y el trabajo de las mujeres, explota también a la naturaleza con efectos devastadores que atentan contra los sistemas ecológicos y sus funciones, y ponen en riesgo la vida de millones de seres humanos. Por ello, a medida que el capital avanza sobre los territorios y distintas esferas de la vida en sociedad, acapara tierras, aguas y bosques, destruye la biodiversidad y los medios de sustento y desmantela los derechos colectivos de los Pueblos Indígenas y comunidades afrodescendientes, así como los derechos conquistados por los pueblos y sus movimientos mediante la lucha.