Por Amigos de la Tierra Argentina.
Este mes, el gobierno de Argentina preside la 11° Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), entidad decisoria de este organismo y expresión del nuevo mundo globalizado. Con más de 17 años, la OMC ha alcanzado un relativo éxito en la liberalización del comercio para la acumulación del capital a escala planetaria, y hoy se constituye como un espacio para la consolidación de nuevas temáticas que profundizan las desigualdades sociales y económicas en el mundo. Bajo este contexto, las organizaciones socioambientales, campesinas, sindicales, de derechos humanos, territoriales, estudiantiles, de mujeres, políticas, convocan a la Cumbre de los Pueblos, los días 10 al 13 de diciembre del presente año para la construcción de alternativas populares.
Las propuestas de Libre Comercio tienen una larga historia en nuestra región de América Latina, pero durante los últimos años diferentes gobiernos se han esforzado por mostrarse como una zona “confiable” para las inversiones del capital extranjero. Bajo este mismo objetivo, Argentina se ofreció como sede no sólo para la 11° Reunión Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), sino también como anfitrión de la cumbre del G-20 proyectada para el año 2018.
Por otro lado, hay que recordar que durante los últimos 50 años del siglo XX, después de la Segunda Guerra Mundial y con el liderazgo de Estados Unidos dentro del bloque capitalista, se crea el Acuerdo General de Comercio y Tarifas (GATT por sus siglas en inglés) que trató exclusivamente el tema de los aranceles y que se cumplió con relativo éxito tras la progresiva baja de tarifas y barreras del comercio mundial. No obstante, en su última ronda de negociación (1986 – 1994), y ante la presión de sectores económicos, se inicia una nueva etapa para integrar temas asociados al comercio y que no estaban contemplados en el GATT, tales como: derechos de propiedad intelectual, servicios, inversiones y agricultura. Es de esta manera, y con el objetivo de incorporar estos nuevos temas, que surge la Organización Mundial del Comercio (OMC) a finales de los años 90 del siglo XX.
La OMC se estructura con un Director General, una Conferencia Ministerial, que se reúne cada dos años y avanza en las negociaciones, y un Consejo General con representantes de todos los países, que tiene varias reuniones al año bajo el mandato de la Ministerial. A su vez, las negociaciones se realizan a través de rondas que intentan acordar diferentes reglas sobre los temas comerciales entre los países. Luego del fracaso de la “Ronda del Milenio” en Seattle (1999), por la fundamental movilización social, en el 2001 se lanza lo que se denomina como la “Ronda de Doha” (ciudad donde se inició la negociación), considerada de poco éxito, ya que sus negociaciones, que debían concluir en el 2005, se han encontrado con varias dificultades. Entre otras cosas porque los países del Norte “más desarrollados” mantienen en forma significativa la protección a su agricultura por la vía de subsidios directos a los agricultores o de subsidios a las exportaciones, al mismo tiempo que exigen la apertura de sus productos manufacturados y servicios a los otros países. Por su parte, los países del Sur “en desarrollo” exigen tener un acceso libre de obstáculos para sus producciones agrícolas a estos mercados. En el actual contexto, y luego de la última reunión ministerial realizada en Nairobi (2015) se encuentra en discusión si se ha cerrado la Ronda de Doha, asunto primordial y de interés para los países “desarrollados”, ya que si fuera así implicaría la integración de nuevos temas de negociación.
Tras años de quedar relegada la OMC precisamente por estas dificultades, de forma paralela se ha negociado acuerdos regionales; nuevos Tratados de Libre Comercio (TLC) que incorporan a países de diferentes continentes, y que buscan garantizar las inversiones en los países firmantes tales como: el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP), el Acuerdo en Comercio de Servicios (TISA), el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). Sin embargo, en los últimos años las grandes empresas han vuelto a centrar su atención en la OMC, especialmente por el interés de cerrar la discusión de la Ronda de Doha en materia agrícola, industrial y de servicios -entre otros sectores-, pero principalmente con el objetivo de poder abrir nuevos asuntos, primordiales para la consolidación de una arquitectura financiera.
Entre ellos el sector de la tecnología de punta, que actualmente incluye a cinco de las siete empresas más grandes del mundo (Apple, Google, Microsoft, Amazon, Facebook), que buscan prescindir de los estados al manipular datos. Otro de los asuntos que se quiere incorporar con mayor énfasis es la cuestión de los servicios, que podría socavar significativamente la soberanía reglamentaria de los países, poniendo los intereses de los proveedores de servicios extranjeros por encima de las obligaciones de los gobiernos de garantizar que los servicios se proporcionen a favor del interés del público. En relación con el tema de la pesca se está negociando límites para los subsidios que los gobiernos proporcionan a las industrias pesqueras.
Es necesario tener claro que las políticas del libre comercio han significado para los países del sur menos derechos laborales, menos salario, mayor nivel de flexibilización laboral, la destrucción de las industrias nacionales y desaparición de puestos de trabajos locales. En los países de América Latina y el Caribe la agenda de la liberalización ha sido la agenda de la privatización de la salud y la educación, la mercantilización de la vida, el privilegio de la agricultura a gran escala e industrializada frente a la economía campesina. En síntesis, la liberalización de la economía sigue socavando la democracia radical, imponiendo reglas de juego para el comercio que pasan por encima del poder legislativo de los Estados y la propia decisión de los Pueblos. Frente a esta situación uno de los caminos propuestos es el fortalecimiento de las soberanías populares en los territorios.
Desde el nacimiento de la OMC, la movilización popular ha denunciado las políticas de libre comercio que benefician a pequeños sectores económicos para la acumulación del capital a nivel planetario. Contra estas expresiones populares realizó ya su primer ataque el gobierno argentino, en un acto de censura anti-democrática que lo convirtió en escándalo nacional: decidió unilateralmente denegar la acreditación para la próxima Conferencia Ministerial a un número sustancial de delegadas y delegados de la sociedad civil local e internacional, quienes a su debido tiempo habían sido acreditados por la OMC. Así, la Argentina rompe con sus obligaciones como anfitrión, rol que le exige recibir a los participantes multilaterales registrados por la organización internacional con sus diferentes voces. Este acto agrava y continúa las acciones persecutorias y represivas que el gobierno argentino viene teniendo hacia activistas, pueblos originarios y hacia quien se coloque en el camino de los intereses empresariales sobre el territorio, cada vez más militarizado.
Por todo lo expuesto, la Confluencia Fuera OMC -en donde articulan organizaciones y redes socioambientales, sindicales, de derechos humanos, territoriales, estudiantiles, de mujeres, políticas, campesinas y anti-extractivistas- llama a la movilización de los pueblos del mundo frente a la 11° Reunión de la OMC en Buenos Aires. Se espera que la lucha contra la OMC adopte una fuerza regional que aporte a la articulación y organización social y política desde una perspectiva continental. Hoy los retos son innumerables, y teniendo como referente el inolvidable hito de la lucha contra el ALCA, proceso de articulación regional, y que en el 2005 en la Cumbre del Mar del Plata habilitó importantes discusiones para la integración. Desde la Confluencia Fuera OMC se convoca a exigir el ingreso a los participantes ilegítimamente denegados, y a realizar la Cumbre de los Pueblos en la ciudad de Buenos Aires los días 11 al 13 de diciembre, bajo el reconocimiento que hoy más que nunca es necesario discutir las alternativas populares y la creación de nuevas formas de relaciones entre los pueblos, bajo la consigna de la complementariedad y la solidaridad.
Imagen: https://fueraomc.org/