Juan Almendares
Para ocultar la verdad de un fenómeno perverso de la política neoliberal, se banaliza su causa y se transforma en un algo natural; así ha ocurrido con la pandemia del Coronavirus, infección que se fundamenta en la simplicidad de un determinismo causal, lineal y mecánico atribuible a un virus (Covid 19) de la familia coronavirus, cuando en realidad corresponde a una estrategia cuyo propósito es un plan de inmovilizar la protesta mundial y justificar la violencia, los Estados de excepción, los despidos masivos de trabajadores, el encarcelamiento en casa, la violencia patriarcal intrafamiliar, el feminicidio , la privatización de la salud y la educación para justificar la militarización, la guerra y la violencia en todas sus formas mediante una campaña de pánico, terror y de la utilización del mal común como forma de dominación y destrucción humana y ecológica planetaria.
En el marco de la subsunción real del proceso de trabajo y de consumo bajo el capital se ha producido una constelación de fenómenos que giran alrededor de la salud, utilizando técnicas mediáticas, psicológicas, la biotecnología y el complejo militar industrial farmacéutico que estrangula la esperanza de vivir en donde las personas contagiadas y enfermas son estigmatizadas como el problema fundamental que agrava la pandemia.
Este sometimiento del consumo al capital ha sido causa de pandemias previas, tales como: obesidad, diabetes, hipertensión, violencia, guerra psicológica, consumo mediático, depresión, aumento de la tasa de homicidios y los 100 años de soledad que matan los sueños y la utopía de justica de los pueblos y destruyen la inmunidad.
En consecuencia, el horizonte de este mal parece que la única solución son las drogas y las vacunas.
En otras palabras, este problema inmunológico y el manejo de la pandemia se fundamentan en la metáfora de la guerra.
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