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Día a día se torna cada vez más evidente que las profundas crisis socio ambientales que enfrentamos -climática, de la biodiversidad, del agua, alimentaria, de los cuidados, de la desigualdad, y ahora la crisis sanitaria- son de carácter sistémico y consecuencia de un sistema que privilegia la acumulación de capital en detrimento de los sistemas ecológicos que hacen posible la vida en el planeta y los derechos de los pueblos.
El sistema capitalista, patriarcal, racista que se sustenta en la opresión y explotación de los Pueblos Indígenas, de las comunidades afrodescendientes, de la clase trabajadora, y del cuerpo y el trabajo de las mujeres, explota también a la naturaleza con efectos devastadores que atentan contra los sistemas ecológicos y sus funciones, y ponen en riesgo la vida de millones de seres humanos. Por ello, a medida que el capital avanza sobre los territorios y distintas esferas de la vida en sociedad, acapara tierras, aguas y bosques, destruye la biodiversidad y los medios de sustento y desmantela los derechos colectivos de los Pueblos Indígenas y comunidades afrodescendientes, así como los derechos conquistados por los pueblos y sus movimientos mediante la lucha.
La injusticia inherente al sistema capitalista dominante está en la raíz de la problemática socio-ambiental y es también determinante en la distribución desigual de sus consecuencias, con efectos atroces en sociedades que son cada vez más desiguales, caracterizadas por la concentración creciente de la riqueza en pocas manos. La injusticia y la impunidad se reproducen a diario por el poder y la presión crecientes que ejercen las empresas transnacionales y grandes grupos económicos nacionales en la toma de decisiones a nivel nacional e internacional, al tiempo que se exacerban las crisis sistémicas. Las clases populares son las que más sufren los impactos de proyectos destructivos como la minería, las grandes represas, la explotación de combustibles fósiles y la expansión del agronegocio y sus monocultivos, así como los huracanes, sequías, inundaciones.
Además, en su búsqueda constante por recuperar las tasas de ganancia e incrementar la acumulación de capital, los actores centrales del sistema buscan lucrar con las crisis y es así que se imponen las llamadas falsas soluciones, que con la impronta de un capitalismo maquillado de verde vienen a consolidar la apropiación privada, la mercantilización y la financiarización de la naturaleza mediante procesos que incrementan el acaparamiento de territorios y despojan a los pueblos que históricamente han cuidado los ríos, los suelos, las semillas, las selvas y montañas, y de ellas dependen para su sustento.
Foto: Carol Ferraz
Diseño: Nicolás Medina